Quienes Somos

Agrupación Extremeña de Alcorcón, es un colectivo cultural, filantrópico, democrático y sin ánimo de lucro que, basado en la libertad y la justicia, esta abierto a cuantas personas acepten los principios inspiradores de ésta.

Basados en estos principios, sus fines son:

Agrupar a extremeños y simpatizantes residentes en Alcorcón y en la Comunidad Autónoma de Madrid, que sientan, velen, protejan y defiendan todo lo que se relacione con la cultura, la ecología, la educación, el deporte, la sanidad, el voluntariado, y aquellos otros que tiendan a promover el interés general y social, siendo vehículo de solidaridad con los grupos más desprotegidos de la sociedad.
Extremeños ilustres

Agrupación Extremeña de AlcorcónC/ La Paz, 4 • 28924 Alcorcón. Tlf.: 91 611 14 07Email: agex.alcorcon[@]gmail.com

Joaquín Sama Vinagre

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Biografía de Joaquín Sama Vinagre

El que con el tiempo llegaría a ser uno de los primeros y más prestigioso Educadores Medioambientales en la España del Siglo XIX, nació en San Vicente de Alcántara el 17 de julio de 1840. Su padre Juan Sama, médico de profesión y su madre Dolores Vinagre, así como todos sus abuelos eran naturales de la mencionada localidad.

Joaquin sama vinagre.jpgLa infancia de Joaquín discurrió como la de cualquier otro niño de aquel San Vicente de poco más de 6.000 habitantes de mediado del Siglo XIX, entre juegos infantiles y la asistencia a la Escuela para realizar lo que hoy llamaríamos la Enseñanza Básica.

Terminada la misma, en 1854 se desplazó a la Capital de la Provincia, para estudiar en el Instituto de Enseñanza Media de Badajoz el Bachiller, obteniendo en todas las materias y en el Examen de Grado la calificación de sobresaliente.

En 1860 con veinte años paso a la Universidad de Sevilla, donde curso simultáneamente los estudios de Derecho y Filosofía y Letras. Obteniendo una vez más en todas las materias de ambas Facultades siempre la calificación de sobresaliente.

En 1866 realizó el examen de “Licenciatura de Derecho Civil y Canónico” obteniendo como no podía ser de otra forma, la calificación de sobresaliente.

Esta licenciatura unida a la de “Bachiller en la Facultad de Filosofía y Letras” que había obtenido el año anterior, le habilitaba para impartir la Enseñanza Secundaria como profesor de Instituto.

Durante sus años de estudiante, entablo amistad con la Familia Machado-Álvarez, ya que había coincidido en sus estudios tanto de Derecho como de Filosofía y Letras con su hijo Antonio y se había iniciado entre ellos una amistad que perduraría a lo largo de sus vidas.

También debió ayudar a profundizar en dicha amistar el origen extremeño de Joaquín, ya que D. Antonio Machado además de Catedrático de Historia Natural en la Universidad de Sevilla, realizaba estudios geológicos y de prehistoria por la provincia de Badajoz, así como que su esposa Dª Cipriana Álvarez que, aunque sevillana, no había olvidado su ascendencia extremeña de Fregenal de la Sierra.

Joaquín durante su estancia en Sevilla, junto con Antonio Machado Álvarez se pone en contacto con los “Círculos Krausistas” a través del que fuera su profesor, Federico de Castro catedrático de Metafísica y verdadero pontífice del Krausismo Español.  Doctrina esta que defienda la “tolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo”.

A partir del entonces Joaquín seguirá fiel a los principios conocidos como “Racionalismo Armónico” cuyo ideario y consecuencias prácticas desarrollaría en los terrenos: sociales, éticos, políticos y muy especialmente educativos.

Estos principios armónicos manifestaban entre otras cosas que:

*El hombre no puede cumplir ni vivir su destino sin el concurso de sus semejantes; ya que recibe de todos ellos su apoyo y los presta recíprocamente.

*Sólo mediante la asociación organizada para cada fin de la vida social, puede hacer que cada individuo llegue a la realización de su destino según el plan de la creación.

* Por ello, la sociedad no debe pesar sobre el hombre, sino facilitar su cultura humana.

*Todo hombre tiene derechos absolutos, imprescriptibles, que derivan de su propia naturaleza, y no de la voluntad, el interés o la convención de sus semejantes, como son: los derechos a vivir, a educarse, a trabajar, a la libertad, a la igualdad, y a la propiedad.

        *La persona humana es sagrada y debe ser respetada como tal. El hombre que se hace árbitro de la vida y del destino de sus semejantes, comete un abuso de poder, y se arroga unos derechos que no tiene.

Quién sabe si motivado por el “Racionalismo Armónico” o porque, Joaquín como otros muchos extremeños a lo largo de la historia sintió la necesidad de volver a Extremadura, para desarrollar en ella los conocimientos obtenidos a su paso por la Universidad.

De vuelta a San Vicente, abrió un Bufete y también con la autorización del Rector de la Universidad de Sevilla, del Cura Párroco y el alcalde, un “Centro de Latinidades”, para que los jóvenes pudieran estudiar sin salid de San Vicente. Centro donde daba principalmente clase de latín a la que asistían unos treinta alumnos.

Pero, además, Joaquín como buen “Krausista” no solo no rehuyó la actividad política, sino que la hizo suya. Y es que el extremeño, pertenecía al grupo de españoles herederos de la tradición de la Revolución de 1868, momento en el que inició su vida pública, aunque con una experiencia pronto frustrada.

Desde el primer momento y siendo aún joven, apareció comprometido con el espíritu del “Sexenio Democrático” siendo vocal, en octubre de 1868, de la Junta Revolucionaria de San Vicente de Alcántara, y alcalde desde el 1º de enero de 1869, ya que en las elecciones celebradas en diciembre del año anterior había salido elegido concejal.

Fue Joaquín un alcalde que mostró en el corto periodo durante el cual ejerció el cargo, una gran sensibilidad social, reflejada en su constante preocupación por el bienestar de los humildes. En una coyuntura especialmente conflictiva, derivada de una aguda crisis de subsistencias, en el invierno de 1868-69, trató de conseguir que los mayores contribuyentes propietarios de San Vicente prestasen ayuda al Ayuntamiento para que este pudiera atender a los obreros necesitados.

Además, pretendió institucionalizar esta práctica asistencial mediante la creación de una “Caja de Socorro Mutuo”, capaz de hacer frente a las continuas crisis de trabajo que periódicamente comprometían la vida de los humildes. Ya que, desde el punto de vista social, el precario equilibrio del sistema productivo del campo extremeño originaba un agudo paro estacional que agravaba la situación alimentaria de las familias de los obreros del campo, generando, en definitiva, los últimos vestigios de las tradicionales hambrunas, especialmente de los asalariados, pero también de los campesinos modestos.

Joaquín, se interesó, además, por algo que tendría una gran trascendencia económica para las arcas municipales, como era las ocultaciones de tierras por parte de sus propietarios.

Para lo cual patrocinó una iniciativa que debió inquietar de sobremanera a los poderosos, pues apostaba por la creación de un “catastro municipal”, que supliese las deficiencias del sistema de la época, tan propicio al fraude tributario.

Todas sus propuestas, eran realidades que trascendían el voluntarismo bienintencionado y superaban su capacidad de actuación, al mismo tiempo que lo convertían en un personaje incómodo para las fuerzas conservadoras de la localidad.

Sin embargo, la medida que le supondría el mayor ataque de las mencionadas fuerzas conservadora fue su negación al establecimiento de un Cuartel de la Guardia Civil en San Vicente. Según consta en el Libro de Acta del Ayuntamiento, el 28 de junio de 1.869: “Los concejales decidieron a propuesta del Alcalde, Joaquín Sama rechazar la oferta del establecimiento en el Municipio de un Cuartel de la Guardia Civil, por creerlo innecesario, bajo el argumento de: “La probada moralidad del vecindario, las sumisión y el respeto que siempre ha demostrado a las autoridades legítimamente constituidas y su amor al orden y la seguridad de las personas y de las cosas como lo ha demostrado en las situaciones más azarosa que hemos y estamos atravesando”.

 

Con motivo de la “Revuelta Republicana”, que alcanzó su cenit el 11 de octubre, fueron detenidos y trasladados a Badajoz los vecinos de San Vicente sospechosos de estar implicados en la intentona, lo que conllevo que un numeroso grupo de vecinos se manifestara por las calles en contra de su detención y traslado a la capital.

En este contexto de fuerte tensión, se produjo un estallido de desórdenes públicos, que fue reprimido con fuego por los carabineros destacados en la localidad (como núcleo fronterizo). A consecuencia del tiroteo se produjo un muerto y varios vecinos resultaron heridos. El resultado entre otros de todos estos incidentes fue la destitución ese mismo día de Joaquín como alcalde.

Sin embargo, el hecho de que fuera exonerado de responsabilidades penales parece confirmar que su actitud ante los revoltosos no fue precisamente de exaltación; sino de apaciguamiento al intentar tranquilizar los ánimos de los exaltados.

A pesar del accidentado final de su peripecia como hombre público, ello no desanimó al extremeño, ni le hizo abandonar la lucha política. Es más, elevó el tono de sus aspiraciones y del ámbito municipal, pasó al nacional, ya que a pesar de su juventud se había convertido en una de las más importantes figuras del republicanismo pacense.

Una vez aprobada la Constitución de 1869 e institucionalizada la representación política, se decidió a participar en las elecciones a Cortes, aspirando a conquistar el escaño de Diputado por el distrito de Mérida. La gran oportunidad de Joaquín hubiese estado en las elecciones de mayo de 1873, bajo el Gobierno Republicano, que conllevo una abultada victoria del republicanismo en toda España. Pero Joaquín dejó el lugar al médico de Alburquerque, el también republicano federal Miguel Alcantú, que resultó elegido.

Como se puede ver por todo lo expuesto, Joaquín era un hombre consecuente con sus ideas, y no solo como político, sino también como ser humano. Así contrajo matrimonio por lo civil con Antonia Pérez, vecina de Talavera la Real, localidad donde el tipo de Boda Civil produjo un gran escándalo, ya que Antonia pertenecía a una de las familias acomodadas del pueblo. Igualmente, y siguiendo sus convicciones, no quiso que sus hijos de pequeños fueran a estudiar a ningún Centro de Formación de Carácter Religioso. Bajo el pensamiento de que no había que adoctrinar a los niños; porque la religión había que tomarla desde la libre convicción.

Con esa forma de ser y de pensar, no es de extrañar que, pasado unos años, San Vicente y su contorno se le quedara pequeño para desarrollar sus conocimientos y llevar a la práctica real sus inquietudes.

Quizás fuera eso, lo que le llevo en 1870 a presentarse para “Catedrático de Psicología, Lógica y Ética” en el Instituto de Huelva. Haciéndose con la mencionada Catedra.

De sus actuaciones en la ciudad onubense, tenemos constancia según lo recogido en el “Boletín de la Institución Libre de Enseñanza” que nos dice: “Como no consumía en la Catedra todas sus actividades y llevados por sus condiciones de hacer siempre algo para redimir al pueblo. Ideo la creación de una “Escuela de Arte y Oficios”, que llevo a la practicas con el auxilio de profesores compañeros suyos y de persona de buena voluntad a las que infundio el entusiasmo de la idea.

Muchos años después todavía se recordaba en Huelva la mencionada Escuela y la cantidad de obreros cualificados como: albañiles, carpinteros, torneros, y un largo etc. que salieron de sus aulas y no solamente con muchos conocimientos de sus oficios; sino de la lectura, escritura y otros elementos de la cultura necesarios para la lucha de la vida”.

 

En enero de 1873 se desplazó a Madrid como jurado de unas oposiciones a cátedra de varios Institutos de diferentes puntos de España. Durante su estancia en la capital, cayó enfermo víctima de una enfermedad de tipo nervioso, que le obligó a retirarse a descansar al domicilio que la familia tenía en Talavera la Real. Al impedirle la afección nerviosa trasladarse a Huelva para continuar desempeñando su Cátedra, el 6 de marzo de 1874 el Director General de Instrucción Pública le previno que, si en el término de quince días no se presentaba a desempeñar su cátedra, podría ser separado, por abandono de servicio, de la enseñanza oficial.

Pero Joaquín no se encontraba curado de su dolencia. Por lo que el 17 de septiembre de 1874, dirigía una instancia al Director General de Instrucción Pública en la que exponía que seguía con su enfermedad. Ante tal solicitud, El Ministerio le concedió un mes más de licencia para el restablecimiento de su salud. 

El pronunciamiento del General Martínez Campo en 1874 y la “Restauración Borbónica”, conllevo muy pronto, un cambio en materia educativa. Entre ellas determinadas limitaciones en lo referente a la Libertad de Catedra. Las quejas de un grupo de profesores krausistas que “en cuanto servidores de la ciencia”, consideraban que no habían de obedecer sino a los imperativos de su propia conciencia, determinó que fuesen expedientados y expulsados de la enseñanza oficial. Siendo este hecho, lo que conllevo que un grupo de estos profesores, liderados por Francisco Giner de los Ríos crearan la “Institución Libre de Enseñanza”.

Mientras todo esto ocurría, en los primeros días de abril de 1876, Joaquín, vuelve al Instituto de Huelva para desempeñar su cargo. Pero el día 20 de ese mes, se le comunico la Real Orden, de fecha 4 de abril, por la que era dado de baja en el escalafón del profesorado de segunda enseñanza, por hallarse ausente de su cátedra, sin la debida autorización desde el 12 de diciembre de 1874, lo que era considerado como "abandono voluntario de su destino”. 

Joaquín justifico su ausencia, acompañándola de una certificación facultativa, en la que se manifestaba que padecía una enfermedad que le impedía, en aquel momento, dedicarse al ejercicio de su profesión.

El extremeño, consideraba que más que el abandono de la Catedra, lo que estaba detrás de aquella injusta medida era la puesta en marcha del modelo político de Cánovas cuyo objetivo era afianzar un principio integrista que hacía de la nación un proyecto sostenido en la voluntad divina. A lo único a lo que aspiraba Joaquín, es que se le aplicase el Art. 168 de la Ley de Instrucción Pública que establecía que no podrían ejercer el profesorado público los que padeciesen enfermedad o defecto físico que les imposibilitase para la enseñanza, lo que no impedía que cuando el profesor afectado hubiese recobrado la salud pudiese reincorporarse a la enseñanza oficial.

Durante todo el tiempo que duro su enfermedad, estuvo viviendo en San Vicente casi retirado con tan solo 36 años y a expensa de la dote de su esposa y de su pequeño patrimonio personal.

Pero conocedor Francisco Ginés de los Ríos de la talla intelectual del extremeño, hasta allí fue a buscarlo personalmente, para convencerlo de que se incorporaría a la recién fundada por él “Institución Libre de Enseñanza”. Institución constituida por numerosos catedráticos q como Joaquín habían sido destituidos de sus cátedras y que se convirtió en el centro durante toda una época de la cultura española y en cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas extranjeras.

 

Como no se podía negar a la petición de Giner de los Ríos, en el curso 1879-1880, Joaquín ya se encontraba en Madrid dando clase en la Institución como profesor de 1ª y 2ª enseñanza, además de como socio y accionista de la misma, para lo cual invirtió los pocos ahorros que tenía. A partir de ese momento, se consagra nuestro paisano, plenamente a la labor educacional promovida por Giner de los Ríos.

Las notas características de la línea educadora de la “Institución Libre de Enseñanza” eran las de un gran respeto a la espontaneidad del niño y su preocupación por atender a las clases y sectores más desfavorecidos de la sociedad. Educando a los alumnos en el sentimiento de la belleza de la naturaleza y en el respeto al saber del pueblo.

Para cumplir dicho ideario, el extremeño siempre estaba disponible para realizar excursiones con sus alumnos y en verano era el encargado de organizar las célebres “Colonias de Vacaciones”. La Junta Facultativa de la Institución en 1881 lo nombró Subdirector Pedagógico y a partir del curso 1885-86, hasta su muerte, coincidiendo con el tiempo de mayor impulso de la Institución, su Director Pedagógico.

Dichos años son de una gran labor intelectual y social de Joaquín.

Sobre su frenética actividad, un Anónimo escribiría en el “Boletín de la Institución” a su muerte: “Infatigable en el trabajo, no descansaba nunca; los periodos de vacaciones eran consagrados, casi siempre, a largas excursiones por las costas de Santander, Galicia e incluso Portugal, con alumnos de la Institución, siendo el primero en dirigir la primera colonia escolar mixta de vacaciones”

 

El extremeño, calado de ese espíritu de “Obrar el Bien”, no perdió nunca sus vinculaciones con Extremadura, sobre todo por el dolor que le producía la situación en que habían quedado los campesinos extremeños después de la desamortización de Madoz de 1855, por la cual muchas miles de hectáreas de los “Bienes de Propios y Comunes” habían sido desamortizados y comprados por terratenientes absentista, quedando el campesinado extremeño sin tierra para labrar ni pastos donde dar de comer a su yunta, o lo que es lo mismo enganchado al yugo de los caciques.

Tal era el dolor que sentía, hacia Extremadura, que para intentar remedia la situación, se presentó en las elecciones de agosto de 1872 a Diputado a Cortes por el distrito de Mérida- Alburquerque, pero como le pasaría 40 años después a otro extremeño que intento romper con la “Representación Absentista de Extremadura” en las Cortes, no pudo conseguir el Acta de Diputado, ya que el entorno de la Burguesía Agraria Extremeña a través de los caciques locales de la comarca movieron todos sus resortes para que no consiguiera el Acta.

Joaquín, una vez propuesto como candidato, se embarcó en una intensa actividad propagandística y se dedicó a recorrer los pueblos del distrito, ya que el sufragio universal comenzó a popularizar el mitin, del que los republicanos fueron los máximos difusores.

Esta vuelta a la política se saldó con una derrota. En una carta remitida a la prensa tras los comicios analizaba el extremeño las causas del fracaso. Después de resaltar el triunfo en las grandes poblaciones, atribuía a la incultura y al miedo a los caciques la derrota en los pueblos pequeños. Este análisis, aunque resultaba certero, reflejaba bien que los republicanos conocían el funcionamiento del sistema y con ello sus insalvables limitaciones.

Las elecciones de 1893, convocadas por el Gobierno liberal, ofrecieron una nueva oportunidad a aquellos republicanos que, si bien conocían ya como funcionaba el sistema, no desmayaban en su intento de lograr, sin ningún tipo de apaño, la representación parlamentaria o, en todo caso, trataban de aprovechar la ocasión para difundir sus ideas.

Enemigos acérrimos de una de las prácticas más características de los partidos dinásticos, siempre proclives a aceptar la imposición desde Madrid de hombres (cuneros) extraños a los distritos. Para Mérida se designó por unanimidad en una Reunión celebrada en el Casino Republicano de Badajoz el 11 de febrero de 1893 a Joaquín Sama.

A pesar de su derrota, Joaquín logró un buen resultado, no tanto por el número de votos conseguidos (3.846 frente a los 4.626 del vencedor), y si en cuanto a su distribución. Porque venció en los principales núcleos: Mérida, Alburquerque, Montijo y San Vicente de Alcántara. De hecho, las primeras noticias, procedentes de las localidades más importantes, eran favorables a Joaquín, cuya victoria se consideraba segura.

Sin embargo, en los pueblos pequeños, el voto masivo fue para el Candidato Gubernamental.

En estas elecciones, la propaganda republicana, siempre orientada a las clases populares, comenzó a incidir en su vocación obrerista (la ampliación del sufragio introdujo en la lucha política a grandes masas de trabajadores), insistiendo en la idea de que "La República estaba al lado del obrero”.

Días después de los comicios Joaquín publicó una carta llena de autocrítica. Sobre la compra de votos, echaba de menos que los republicanos no hubiesen organizado el socorro permanente de los necesitados. Se dolía además de que los republicanos dejasen al cuerpo electoral en la más absoluta ignorancia, de modo que el elector inculto podía ser fácilmente seducido por el cacique hábil e interesado.

Advirtiendo también de los graves riesgos que podían aparecer en el futuro. Negro panorama el que dibujaba en la que sería su última comparecencia política, reflejo tanto del desánimo por la nueva derrota, como de la impotencia por la persistencia de la división y el enfrentamiento entre los republicanos.

Como republicano, Joaquín refleja en su planteamiento político el ideario del republicanismo nacional en sus diversas manifestaciones. Pero los temas estrictamente relacionados con la política no ocuparon un lugar importante en la producción bibliográfica. Sin embargo, en un breve trabajo plasmo de forma bien directa a la cuestión.

Consideraba imprescindible ligar las reformas políticas a las sociales. La principal reforma era la del sufragio, sobre el que tenía una opinión muy negativa.

Y no se trataba sólo de aumentar el número de votantes, sino de modificar las circunstancias materiales y morales en que vivía el electorado.

Su calificativo era inmisericorde, el sufragio era un derecho ilusorio, porque el que lo había de ejercitar "está sometido a la presión y dictadura de la miseria o la ignorancia".

Los partidos políticos, por tanto, debían ocuparse de mejorar la educación y el estado precario de los obreros.

Defendía la coherencia entre militancia política y vida privada. Todo ello porque tenía una alta consideración de la política: no se trataba de una actividad "para explotarla en beneficio propio o en el de sus deudos y amigos", sino para servir a la sociedad.

Postulaba, en el plano cultural, la necesidad de fomentar la lectura de periódicos políticos reivindicaba así el papel fundamental de la prensa como elemento previo para acceder a la cultura escrita.

El estudio de la obra del Pedagogo, Pablo Montesino orientó a Joaquín, o en todo caso reforzó su tendencia ya presente, en la necesidad de educar primero al pueblo, como tarea previa al ejercicio de la soberanía, fundamento del orden político.

Por ello siempre concedió gran importancia a la educación moral. Frente a la mera instrucción y la formación.

Había que crear ciudadanos capacitados y esto debía hacerse a través de la educación, pero la orientación de ésta la determinaba el sistema político. De ahí la necesidad de actuar sobre éste para transformar toda la sociedad.

El extremeño, explicaba sus derrotas con la argumentación tradicional del republicanismo: “la incultura del pueblo, fruto del atraso del país”.

Las masas rurales, dominadas por el caciquismo, se mostraban incapaces de apreciar las bondades de sus propuestas.

La falta de opinión pública madura, de ciudadanos conscientes de sus derechos limitaba la penetración del republicanismo.

Joaquín estaba convencido de que sólo la educación popular permitiría establecer la soberanía popular.

Sin un pueblo culto no había democracia. Esta formulación, que indudablemente tenía sólidos basamentos, le hacía olvidar que su discurso tampoco era el más adecuado para ser asumido por las clases populares, como se comprobaría después con la imparable difusión de los idearios obreristas.

En definitiva, el extremeño trató de incorporar un compromiso ético en la vida política nacional frente a aquellos que, ante todo, buscaban el disfrute sin freno de los cargos públicos. Pero su discurso, tan elevado moralmente como inoportuno políticamente, nunca tendría ocasión de ser puesto a prueba, evitando así a su mentor el trance, presumiblemente doloroso, de sufrir el duro contraste de la realidad.

Pero si en la Historia de España y de Extremadura, Joaquín Sama no pudo entrar como político. Sí que paso a la Historia Española, como uno de los primeros “Educadores Ambientales de nuestro País”.

Si en el Congreso Pedagógico Nacional de 1882, Francisco Giner de los Ríos empleo la clásica frase de: “debe guiarse a todo niño según la naturaleza”.

Nuestro paisano fue un paso más, manifestando: “Que a los niños había que educarlos partiendo especialmente de la adquisición del conocimiento que parten de los sentidos naturales.

Ya que acostumbrados a vivir y a ser influidos durante toda la vida por la naturaleza, necesitamos también ese elemento para nuestra primera educación”.

Puntualizando, además, que si en los Países del Norte la naturaleza, es ingrata, pareciendo que se opone a la vida humana y por lo tanto enemiga del hombre.

Aquí en nuestro país es nuestra amiga y compañera, brindándonos con manos generosa todos sus frutos, todo su propio ser. Pero así y todo a veces la consideramos como enemiga.

Por todo lo cual, se hacía necesaria la “Educación Ambiental Pedagógica”, desde la misma escuela, ya que: “Era un contrasentido hallar en nuestras escuelas las paredes llenas con máximas como: Quien maltrata a un animal, no muestra buen natural”. Para luego ver como el pueblo se entretiene y se divierte, con las riñas de gallo, el tiro de pichón o las corridas de toro.

Por lo cual, proponía: “que se dificulten cuanto fuese posible, o se prohibieran los espectáculos que, como los toros, las carreras de animales o el tiro de aves, puedan contribuir a endurecer los sentimientos, sin aportar bien alguno a el cuerpo ni la salud de los hombres”.

Joaquín pensaba que los males que tenía España provenían del “Sistema Educativo”, por lo que la única solución para que nuestro País se europeizara era tener una educación que: “transformara y pacificara a el individuo, a la sociedad y al pueblo”.

La educación en el Medio Ambiente era un principio de la pedagogía de la “Institución Libre de Enseñanza”. Por lo que el conocimiento del campo y la naturaleza debía ser el primer elemento de educación para superar la problemática que se originan en el ambiente.

Y así lo pregona Joaquín en el Congreso Pedagógico Nacional, donde asegura que se debe acudir al sistema froebeliano para dar: “toda la educación al niño en un verdadero jardín, en medio de la naturaleza, y hay que hacer esto en países como el nuestro, donde se marcha con paso rápido desde maltratar la planta y el animal, y asistir con satisfacción al reñidero de gallos y la plaza de toros, hasta la devastación y el incendio de los campos; en un país como este nuestro”.            

Por ello, debía iniciarse esta enseñanza en la escuela, no por los más sencillos organismos vegetales, sino por aquellos más familiares en sus vidas, que son precisamente las plantas superiores, árboles, arbustos, matas, es decir los organismos vegetales más complicados. Esta idea de partir de lo próximo para ir construyendo conceptos cada vez más globales lo expresa de forma acertada Joaquín: “Deben empezar los párvulos por conocer y examinar los animales que les sean más familiares, extendiéndose después sus conocimientos a los de la región que habitan y hasta los de las comarcas remotas en su propio país, con el propósito de que den más amplia base a sus futuras clasificaciones de la escuela elemental”.

Por todo lo cual, en las excursiones que organiza el extremeño, también se tienen en cuenta las múltiples miradas a aplicar sobre lo visitado. Ya que allí se puede: “estudiar la composición de un terreno, admirar un monumento, analizar un cuadro, contemplar la hermosura de un paisaje, averiguar, en suma, una verdad cualquiera, y tal vez traer un nuevo dato a la cultura general”.

La propensión a la organización de excursiones instructivas va a ser una de las particularidades más distintivas de la presencia de los institucioncitas en diversas acciones educativas, pues uno de los signos externos de la nueva formación que propugnaban era precisamente la organización de salidas. Para el profesor de la Institución Libre de Enseñanza, el recorrido es el tiempo más adecuado para llevar a cabo la labor educadora.

Y así lo recoge Ontañon en un emotivo artículo escrito en recuerdo de Joaquín Sama: “Más aún que en las clases, en las excursiones es donde encontraba Sama ancho campo para su función educadora. Los que, dirigidos por él, hicimos tantas y tantas, las recordamos siempre con encanto, particularmente las de Mineralogía y Geología, de las que volvíamos con los bolsillos llenos de los ejemplares que habíamos recogido (…) se continuaba en la formación de las colecciones de minerales, elemento importantísimo de nuestra actividad infantil, en el colegio y en casa, orgullo de aquellos que podían exhibir, como si fuera un tesoro, la serie completa y bien instalada de los que habían traído de sus excursiones  y obtenido por otros medios”.

Además de su actividad política y sobre todo de su amplia actividad educativa, como profesor de la “Institución Libre de Enseñanza”. Joaquín no se olvidó de otros muchos temas de la vida diaria y de la sociedad de la época que le toco vivir, sobre todo aquellos que tenían un carácter ampliamente social.

Así escribió varios artículos sobre la “Pena de Muerte”, con el objetivo de crear en la sociedad un espíritu contra la misma, ya que consideraba que no se le debía quitar la vida a ningún ser humano.

Igualmente, escobio también sobre la situación social de la mujer en la sociedad, ya que consideraba que la mujer tenía las mismas condiciones que los hombres, y que lo del sexo débil era una falacia, manifestando: “Que la mujer no es por naturaleza inferior al hombre”. Por todo lo cual consideraba, que la “Instrucción Pública” no debería establecerse ninguna discriminación por cuestiones de sexo. “creemos, pues, que una Instrucción Popular sólida, debe ser igual para los dos sexos”.

Joaquín Sama falleció en Madrid en 1895 a la edad de 55 años víctima de un tumor cerebral, siendo enterrado en el Cementerio Civil de Madrid según su última voluntad. Como le suele pasar a muchos de estos hombres y mujeres que dedican su vida en defensa de un ideal y de la sociedad en general y de los hombres en particular en el más amplio sentido de la palabra. Su situación económica en el momento de su fallecimiento no era la mejor posible para su familia. Por lo que, para poder sobrevivir, su esposa y sus siete hijos, tuvieron que recurrir al auxilio de la Institución.

Por ello la Institución promovió una suscripción en favor de Joaquín, haciendo un llamamiento a las personas que, por una u otra razón habían visto y sentido la inmensa labor realizada por el Pedagogo Extremeño.

ANTONIO ELVIRO ARROYO

 

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2 comentarios

  • Enlace al Comentario Mercedes Sábado, 03 Junio 2023 20:42 publicado por Mercedes

    Muy buenas encanto el articulo. Tengo una pregunta si puedes ayudar. Mi abuela se llamaba Manuela Agueda Sama Guerra. Haciendo arveriguaciones, por el lado de su padre Pedro Sama Arribas, que su padre se llamaba Patricio Sama Vinagre ( de San Vicente de Alcantara )
    Es Patricio hermano de Joaquin.
    gracias

  • Enlace al Comentario lila Jueves, 16 Febrero 2023 19:14 publicado por lila

    como mola

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