La despoblación es el gran reto extremeño
La dombenitense Carmen Sánchez-Miranda es la jefa de la oficina de ONU-Habitat en España | Pone el foco en la falta de oportunidades laborales para la pérdida de habitantes y en la importancia de la movilidad para el desarrollo territorial
DIARÍO HOY JOSÉ M. MARTÍNDomingo, 9 diciembre 2018, 08:42
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Predica con el ejemplo y todas las mañanas se desplaza a su puesto de trabajo en transporte público. Carmen Sánchez-Miranda (Don Benito, 1975) es desde hace seis años la jefa de la oficina de ONU-Habitat en España. Este es el programa de Naciones Unidas destinado a los asentamientos humanos y entre sus objetivos está hacer de las ciudades espacios más sostenibles, adaptados para la vida, inclusivos y seguros.
La dombenitense llegó al mundo de la cooperación desde el voluntariado. Al finalizar la licenciatura en Económicas, que hizo en la Universidad de Salamanca, y una maestría en Ciencias Políticas se fue como voluntaria a El Salvador. En el país centroamericano colaboró con varias oenegés y luego saltó a Guatemala, donde entró en contacto con la cooperación alemana.
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Entre ambas experiencias tuvo su único contacto laboral con Extremadura. «Trabajé entre 1998 y 2000 con Acorex, que tenía una fundación para promover el intercambio de buenas prácticas con cooperativas guatemaltecas», rememora.
Posteriormente se implicó con la Agencia Española de Cooperación y luego con organismos multilaterales. «Estuve más de cinco años en Ecuador con el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo», añade Sánchez-Miranda, que también estuvo vinculada a la cooperación española y a temas de desarrollo multilateral en Madrid hasta su último nombramiento.
ONU-Habitat también trabaja con países en vías de desarrollo y en este punto la oficina de Madrid tiene un mandato particular. «Entendemos que la experiencia de las ciudades españolas es muy rica y tiene buenas prácticas en términos de desarrollo sostenible y con estos ejemplos podemos ayudar a otras ciudades», expone.
El modelo de asentamiento al que se refiere es lo que se denomina ciudad mediterránea, caracterizada por ser «razonablemente densas, complejas, con espacios urbanos seguros, saludables y de calidad y que fomentan la diversidad social».
«El desarrollo disperso de las ciudades provocó altos costes de mantenimiento de infraestructuras y pobreza urbana»
Todo lo contrario fue lo que se primó en nuestro país durante el periodo del auge inmobiliario, cuando hubo intervenciones de desarrollo urbano disperso que crearon urbanizaciones en los perímetros de las ciudades. «Repercutieron muy negativamente en la riqueza, porque provoca altos costes energéticos y de mantenimiento de infraestructuras; también favoreció la segregación social y dio lugar a pobreza urbana», en palabras de Sánchez-Miranda.
Las ciudades extremeñas, que igualmente se ajustan al modelo 'mediterráneo', vivieron un proceso semejante y, por tanto, se enfrentan a los mismos retos que el resto de núcleos de población, pese a que, evidentemente, presentan sus particularidades. Entre estos desafíos se encuentran la dificultad de acceso a la vivienda, la congestión o los principios medioambientales relacionados con la contaminación, pero en el caso extremeño se une un tema fundamental: «la despoblación es el gran reto al que se enfrenta Extremadura», dice Sánchez-Miranda.
Migración
La despoblación en Extremadura es un fenómeno complejo. No solo tiene que ver con la migración de los entornos rurales a los urbanos, que también, sino que igualmente afectan los movimientos de población urbana fuera de la región. El envejecimiento demográfico y la baja natalidad son situaciones preocupantes, pero sobre todo influye la escasez de medio de vida y de puestos de trabajo. «Todo esto genera un panorama en Extremadura en el que es necesario trabajar», demanda la jefa de ONU-Habitat, que pone el foco en que las ciudades tienen que convertirse en promotoras de crecimiento y de prosperidad.
Esta labor, para Sánchez-Miranda, debe recaer en los gobiernos locales, a los que considera responsables de fomentar políticas públicas para ser más sostenibles desde el punto de vista económico, pero también social y medioambientalmente.
«La despoblación se debe atender desde un continuo urbano-periurbano-rural, porque cuando hablamos de movilidad, de infraestructura y de transporte lo hacemos de lo que ocurre entre las ciudades; aspectos como la calidad del aire, del agua o la contaminación transcurren en el territorio, no solo en la ciudad», remarca la dombenitense, que al referirse a la movilidad no se olvida de su importancia para el desarrollo territorial.
En este punto lamenta las comunicaciones que hay en y con Extremadura y lo ejemplifica en sus propias carnes. En la actualidad reside, junto a su pareja y sus dos hijas, en San Lorenzo de El Escorial y para viajar a su región de origen debe hacerlo en coche particular, porque las combinaciones en transporte público son realmente complicadas.
Igual de difícil es, en ocasiones, la conciliación familiar. Algo que para Sánchez-Miranda tiene que ver con el entorno laboral. Desde su punto de vista, las oficinas de Naciones Unidas son de las más conciliadoras, «pero en el entorno laboral que me rodea y que tiene que ver con instituciones de otros ámbitos todavía persisten prácticas que hacen muy difícil la conciliación», manifiesta, para quejarse de las reuniones a las siete de la tarde o los viajes de trabajo que obligan a pernoctar fuera de casa.
Sin embargo, reconoce que cada vez es más común encontrar sectores profesionales que están cambiando la forma de actuar y hace énfasis en que influye que hay más mujeres que ocupan puestos de responsabilidad, ya que para ella tienen una visión diferente.
Crisis
La crisis puso fin a la tendencia del crecimiento urbano disperso, aunque para la jefa de la oficina de ONU-Habitat en España también influyeron la puesta en marcha de las agendas medioambientales y la imposibilidad de que las ciudades siguiesen creciendo de manera indefinida. «En España la tasa urbanización ya es muy alta y supera en muchos casos el 80%, por lo que la ciudad no acoge a más gente y no es necesario que crezca», según esta licenciada en Economía, que entiende que las ciudades en los países desarrollados se han extendido de manera ficticia y mucho más allá de su aumento poblacional, lo que ha ido en contra de la sostenibilidad de las mismas.
Igual de importante, observa Sánchez-Miranda, es que se haya producido un cambio de pensamiento en las últimas dos décadas y un reconocimiento a las ciudades como generadoras de prosperidad y de desarrollo humano, en lugar de núcleos de los que los estudios solo destacaban aspectos negativos.