FRANCISCO SANCHEZ DE LAS BROZAS “EL BROCENSE”
Conocido como El Brocense, y en latín como Franciscus Sanctius Brocensis, fue un famoso humanista y gramático español, que nació en Brozas, provincia de Cáceres en 1523 y murió en Salamanca en el año 1600.
Biografía.
Sus padres eran Francisco Núñez y Leonor Díez, de escasa renta. Pudo estudiar gracias a la ayuda de unos tíos suyos, empezando en Évora, donde aprendió latín y humanidades, y luego en Lisboa. En esta última ciudad estuvo al servicio de los reyes Catalina y Juan III y permaneció en la Corte del reino portugués hasta la muerte de la princesa en 1545.
Por deseo de sus tíos fue a la Universidad de Salamanca, donde prosiguió sus estudios, esta vez inconclusos, de Artes y Teología. Allí conoció entre sus condiscípulos al humanista y poeta Juan de Mal Lara. Todavía estudiante se casa por primera vez con Ana Ruiz del Peso, con la que tiene seis hijos. Viudo a los 32 años, en 1554 se casa de nuevo con una pariente de su primera mujer y esta le da otros seis. Desde entonces sufre problemas económicos para mantener a su importante familia y ha de trabajar impartiendo clases a destajo.
Obtiene la cátedra de Retórica de Salamanca en 1573, tras una intentona fallida en 1554, en 1576, el partido de Griego con un salario más sustancioso, pero jamás consiguió la cátedra de Gramática, a la que opositó en dos ocasiones. En 1584 tuvo su primer encontronazo con la Inquisición, denunciado por un clérigo y un estudiante, aunque esta vez fue exculpado. Su tremenda capacidad crítica (para él la mayor autoridad es la razón) y su inconformismo con la autoridad provocó que los censores tuviesen que restringir la circulación y divulgación de sus obras. Una década después de jubilarse, en 1595, a causa de las denuncias de un teólogo, un monje benedictino y un abad, comenzó un nuevo proceso inquisitorial interrumpido esta vez solamente por su muerte: falleció el 5 de diciembre de 1600, aislado en su casa a causa del arresto domiciliario que la Inquisición le había impuesto.
Su obra.
La importancia que alcanzaron las ideas del Brocense en la reforma de los estudios clásicos es, a mediados del siglo XVI, análoga a la de Antonio de Nebrija a comienzos del siglo, como se muestra en su Arte para saber latín (1595), en el Grammaticae graecae compendium (1581) y sobre todo en Verae brevesque latinae institutiones (1587), donde corrige el método de Nebrija. Sin embargo, es recordado sobre todo por su Minerva sive de causis linguae latinae (Salamanca: Renaut, 1587), una gramática del latín que en sus cuatro libros o secciones (estudio de las partes de la oración, del nombre, del verbo y de las figuras), supone un intento señero por someter el estudio de la lengua a la razón. Frente a los primeros gramáticos del Humanismo (Lorenzo Valla, Antonio de Nebrija) que escriben gramáticas normativas fundadas en el usus scribendi de los autores antiguos, el escritor extremeño pone como piedra angular de todo su sistema gramatical la ratio: no reconoce otra autoridad que la razón y lleva hasta sus últimas consecuencias la lógica del estudio gramatical.
Su obsesión es encajarlo todo en esquemas racionales, dando un papel muy importante en su interpretación gramatical a la elipsis, instrumento esencial de su sistema. En esa búsqueda de esquemas racionales trasciende las fronteras de la lengua latina, para llegar incluso a intuir una gramática general que todas las lenguas llevan implícita.
La Minerva tuvo gran éxito y conoció quince ediciones hasta 1761. Los densos escolios de Sccioppius aparecen desde mediados del siglo XVII y acompañarán a la Minerva hasta el siglo XIX. En cuanto a las notas de Perizonius (Jacobo Voorbrook) fueron realizadas a instancias de un librero de Franeker (Holanda). La edición que las incluyó es de 1687 y tuvo tal éxito que el mismo librero la reimprimió fraudulentamente en 1693.
Publicó ediciones de las Bucólicas de Virgilio (1591), de algunas obras de Ovidio, de las Sátiras de Persio y el Arte poética de Horacio, ediciones comentadas de las Sylvae de Angelo Poliziano y los Emblemas de Andrea Alciato, y traducciones de Horacio y del Canzoniere de Francesco Petrarca. Escribió e imprimió Comentarios a las obras de Juan de Mena y Garcilaso de la Vega (1582 y 1574 respectivamente). De este último dijo, al imputársele haber rastreado las huellas de clásicos grecolatinos en su lírica restándole originalidad al poeta, que no tenía por buen poeta a aquel que no imitara a los clásicos. Escribió también gran número de poesías y escolios en latín.
Su concepto de la belleza literaria es sobre todo formal, como desvela en sus tratados retóricos De arte dicendi (1556) y Órganum dialécticum et rethóricum cunctis discípulis utilíssimum et necessarium (Lyon, 1579). Al respecto habrá que recordar que fue procesado por la Inquisición a causa de haberse atrevido a criticar la forma literaria de los evangelios. Fue partidario de Erasmo de Rotterdam y en sus obras científicas demuestra la inclinación enciclopédica propia del Humanismo, como en Declaración y uso del reloj español (1549), Pomponii Melae de situ orbis (1574) o Sphera mundi ex varies auctoribus concinnata (1579). Entre sus obras de carácter filosófico destacan Doctrina de Epicteto (1600), Paradoxa (1581) y De nonnulis Porphyrii aliorumque in dialectica erroribus (1588).
ANTONIO ELVIRO ARROYO