LA TRAGEDIA DEL SALTO DE TORREJON EL RUBIO (Cáceres)
La historia del mayor accidente laboral ocurrido en todos los tiempos en Extremadura, comienza a finales de los cincuentas y principios de los sesenta del siglo pasado.
Si por aquellos años, se dice que era la Época de la “España Gris” debido a la pobreza existente, a la falta de libertades y la represión del Régimen.
La definición que mejor proyectaría la Imagen de la Extremadura de entonces, sería el de la “Extremadura Negra”, pues a la falta de libertades del franquismo se unía, no ya la pobreza; sino la falta de trabajos para los miles de obreros y jornaleros del campo extremeño, ya que muchos de ellos no echaban más de 70 jornales al año, lo que suponía que su familia había días que no tenía nada para llevarse a la boca.
Como le dijo un jornalero de la Prueba del Prior aún periodista del Diario “HOY” en 1.964, cuando estando en la Plaza esperando algún jornal le Pregunto: ¿Qué tal le van las cosas? Contestándole: “Ya ve Vd. tres día trabajando y los demás criando buen cuerpo sin hacer nada”.
A pesar de todo lo cual, los extremeños teníamos que sentirnos orgullosos de vivir como vivíamos, por lo menos esa era la opinión, del Párroco de Serradilla que alertaba a sus fieles: “de lo malo que era el Progreso, ya que llevaba al hombre al demonio y la carne”.
Por ello, Serradilla seguía siendo: un “pueblo cristiano y bueno”, porque donde reinaba la religión era imposible la barbarie del progreso.
Aquellos años fueron los de la Aprobación por el Franquismo del “Plan de Estabilización de la Economía Española”.
Y el seguimiento del guion marcado para España en el Informe del Banco Mundial de 1962, que aconsejaba:
“Limitar al máximo las obras de colonización agraria, ya que se consideraban antieconómicas y realizar las inversiones del capital allí donde fueran más productivas”.
Para cumplir la mencionada Recomendación. El Régimen de Franco y la Oligarquía Económica Española apostaron fuertemente por la potenciación de la Industrialización de Cataluña, Madrid y el País Vasco, y abandonar las regiones agrarias del interior como era el caso de Extremadura.
Extremadura en aquella época, seguía siendo una Región eminentemente agrícola. En 1.960 el 73% de la población activa extremeña “trabajaba” en el sector agrario, llegando al 85% la población que directa o indirectamente dependía del campo.
Pero el campo extremeño como consecuencis de la estructura de la propiedad, ya que Franco anulo la Reforma Agraria de la II República.
Y a la falta de recursos económicos, debido a que los Terratenientes Agrícolas no invertían en la tierra, ya que más que como productora de bienes, la tenían para el descanso y para el ocio de la caza.
No podía mantener tanta población, lo que unido a la falta de industrias que pudieran absolver los excedentes de mano de obra del mismo, genero una oferta de trabajadores cuya única salida fue la Emigración.
Porque incluso la gran apuesta del Franquismo para el Desarrollo Agrario del Campo Extremeño, conocido como “El Plan Badajoz”, llevaba más diez años de retraso en su puesta en funcionamiento.
Y ya en aquellos años, tanto el propio Gobierno, como el Pueblo Extremeño sabían que el mismo iba a ser un relativo fracaso.
Porque ni la mayoría de las industrias de transformación agroalimentarias que el Plan recogía que se iban a instalar a lo largo del Guadiana, ni las 89 fábricas industriales que iba a montar el Instituto Nacional de Industrias en Extremadura serian una realidad.
Lo que supondría, que los miles de puestos de trabajo que se iban a crear en ellas quedarían una vez más como una tomadura de pelo al “Pueblo Extremeño” y por lo tanto los ciudadanos de las zonas afectadas no tendrían más remedio que emigrar, como lo habían hecho ya 230.866 extremeños y extremeñas desde 1.961 a 1.965.
Pero una vez más los extremeños no debíamos de quejarnos, pues muchos tendrán que emigrar, pero lo que sean establecidos en los Poblados de Colonización tendrán resuelta su vida espiritual.
Por lo menos eso era lo que pensaba la “Secretaria de la Gestora del Plan” en 1.964, cuando dijo: “Lo espiritual y lo material caminan inseparablemente unidos en el Plan. En cada uno de los nuevos Poblados se levantan airosas iglesias, de donde irradia la acción espiritual, con lo que se sientan las bases de una nueva vida en personas desarraigadas anteriormente en su condición del hombre, como portavoz de valores eternos”
A pesar de ser esa la Realidad de Extremadura, hay que decir, para no faltar a la verdad, que el Régimen Franquista no se olvidó de la aportación de Extremadura al Desarrollo Industrial de España.
Lo que sucede es que le tenía reservado un puesto muy especial en el mismo:
Primero. Como gran aportadora de mano de obra barata para ayudar al desarrollo de los tres polos: Madrid, el País Vasco y Cataluña.
Y Segundo. Como abastecedora de electricidad para la Zona Centro: Madrid y toda su Zona Industrial.
Para lo cual concedió a Hidroeléctrica Española la explotación por 95 años de toda la Cuenca del Tajo desde Talavera de la Reina a la frontera con Portugal.
Explotación, que en un primer momento conllevaba la construcción del Salto de:
Valdecañas. Cuya inauguración fue recogida por el “Noticiero NODO”. Informando que el 19 de junio de 1965, el Generalísimo acompañado de varios Ministros y de su esposa Dña. Carmen Polo de Franco, había inaugurado el Salto de Valdecaña, siendo la primera presa construida en España que incluía el auto-bombeo.
Salto al que seguirían los de:
Valdeobispo y Torrejón, inaugurados en 1966
Azutan, inaugurado en 1969
Y Alcántara, cuya inauguración tuvo lugar en 1970
Y ya años más tarde, el de Cedillo, inaugurado en 1976 y con la construcción de la Central Nuclear de Almaraz que entro en funcionamiento en 1.981.
El “Noticiero NODO” ya informaba en 1.955 de la posible construcción por parte de Hidroeléctrica Española de un “Salto con dos presas”, en la provincia de Cáceres, un poco más arriba del Puente del Cardenal, donde se juntan el Tajo y el Tiétar.
Según decía el noticiario el objetivo de dicha construcción eran dos:
-- Obtener energía eléctrica.
-- Y poner en explotación miles de hectárea de regadío. Aunque este objetivo era un engaño manifiesto a los habitantes de la Zona; ya que bien sabían que no se pondrían en regadío ni una sola hectárea, pues Hidroeléctrica no se dedicaba a la explotación agraria.
Fue en el año 1.959 cuando comenzaron las obras de la construcción de las mencionadas dos presas sobre el Tajo y el Tiétar, situadas a unos 50 mts la una de la otra y que juntas conformarían el conjunto conocido como “Salto de Torrejón”.
Fue proyectado así, para el aprovechamiento conjunto de los ríos Tajo y Tiétar, al permitirse el trasvase de agua de una a la otra cuenca a través de un túnel y de ese modo mantener el caudal constante necesario para mover la Central Hidroeléctrica común.
Su construcción según decían, representaba todo un “Hito de la Ingeniería Española” del momento, que además marcaba camino en la Ingeniería Mundial, ya que era la primera vez que se construía en España ese tipo de Pantano, con dos presas y una sola Central Eléctrica.
El 28 de enero de 1.963 visito las obras el entonces Ministro de Obras Públicas de Franco, Jorge Vigón, explicándole el Ingeniero responsable de su construcción, Manuel Castillo con todo lujo de detalles lo que suponía para nuestra Nación el proyecto de construir dos presas pero con una sola central eléctrica.
Ni que decir tiene, que la visita fue recogida por todos los periódicos de tirada nacional, así como por el NODO noticiero oficial del Régimen.
En su construcción llegaron a trabajar en algunos momentos hasta 4.000 trabajadores a la vez.
Trabajadores llegados de todos los lugares de España, ya que tanto la empresa propietaria, Hidroelectrica, como responsable de su construcción, AGROMAN y las diferentes empresas auxiliares que trabajaban para ella, trajeron parte de sus plantillas fija que tenían por otras obras por toda la geografía española.
Pero la gran mayoría de la mano de obra, era de Extremadura en general y en particular de los pueblos de la zona.
Numerosos trabajadores procedente del campo extremeño: pastores, jornaleros e incluso yunteros dejaron el arado y se fueron a trabajar al Salto; ya que además de tener trabajos los 365 días del año y por consiguiente un sueldo mensual fijo, tenian su seguro médico, algo impensable en el mundo agrario extremeño de la época.
Se trabajaba en dos turnos: de día y de noche, que se cambiaban todas las semanas. Así los 365 días del año, excepto el 1º de Mayo “Festividad de San José Obrero” que las empresas tiraban la casa por la ventana y hacían dos días de fiestas.
El sueldo de la mano de obra sin cualificar, era sobre 1.300 ptas. y el de la cualificada sobre las 1.800 pts., aunque si se echaba algunas horas extras, cosa muy normal, podía llegar a cobrar las 2.500.
Cuenta uno de los administrativo encargado del pago de las nóminas, que el monto total llegaba algunos meses alcanzar los 60 millones de pesetas mensuales. Dinero que iban a recoger a varios Bancos de Plasencia.
Como era costumbre de la época, junto al Pantano se construyeron Poblados y Residencias para los trabajadores, especialmente para los de Hidroeléctrica, aunque también Agroman construyo para los suyos.
En realidad, eran dos poblados, uno de ellos situado al mismo lado del cauce del rio aguas abajo de la Presa del Tajo, para los obreros cualificados: oficiales, capataces y encargados.
Y el otro con mejores condiciones habitacionales situado en lo alto entre los dos cauces de los ríos, para el personal fijo de plantilla de Hidroeléctrica: Oficinista y Administrativos, Técnicos e Ingenieros.
En el conocido como el de los Obreros, había tres filas de casas, la inferior pegando casi a la orilla del rio, y las otras dos subiendo por la ladera.
Y a un lado se encontraban los edificios de servicios: capilla, economato, cine, escuelas, etc.
Estas últimas muy bien equipadas, con gimnasio cerrado y canchas de baloncesto y balonmano. Equipamientos que en aquella época carencia la gran mayorías de la escuelas extremeñas.
Además, al ser las únicas escuelas existente para los dos poblados, a ellas iban todos los niños, desde el hijo del Administrador de la Obra hasta el del oficial de albañilería.
Según cuentan muchos de los que vivieron en los poblados, que en aquella época eran niños, la vida era muy placentera, ya que estaban en plena naturaleza, y lo mismo podían ir a jugar al monte que a pescar y bañarse en el rio.
Permaneciendo en la calle jugando hasta que llegaba la noche, pues todo el mundo se conocía.
Aunque otros en su madurez actual dicen, que la vida no era tan apetecible, ya que los poblados estaban hechos para que los trabajadores produjeran al máximo, pero no estaban diseñados para los niños, lo que sucede es que de pequeño casi todo es felicidad.
Pero no todos los trabajadores del Salto como hemos dicho tenían derecho a una vivienda en los poblados. Por lo que muchos peones por ejemplo se hicieron a pocos metros del Poblado Obrero, ellos mismo “Chozos de Escobas”, iguales que los de las majadas, para vivir allí y no tener que ir y venir todos los días a los pueblos, ya que además de suponerle un gasto, tenían más tiempo para descansar.
Y aunque como es de imaginar, los Chozos al principio estaban pensados para vivir ellos solos durante la semana, hubo trabajadores que incluso se trajeron la familia y allí estuvieron viviendo más o menos tiempo hasta que le dieron una casa en el Poblado Obrero.
El año 1.965 no comenzó bien en el “Salto de Torrejón”. El día 14 de enero hubo un grave accidente con un muerto y 3 trabajadores heridos muy grave. Se da la circunstancias que el fallecido le había cambiado el turno a un compañero, para que se quedara por las noches en casa, ya que su mujer estaba a punto de dar a luz.
El 8 de julio, Hidroeléctrica Española como propietaria del Salto, pidió a los Ministerios correspondientes autorización para comenzar a embalsar agua, con el objetivo de comenzar a trabajar en el cauce del rio.
Y en el mes de septiembre le fue autorizada la petición, pero sin poder llegar nunca alcanzar el agua embalsada la cuota máxima permitida.
Así como una vez se llegara a la autorizada, deberían solicitar otro permiso, para volver a darle una nueva cota.
Cuentan las crónicas, que aquel año el otoño fue muy lluvioso en la Zona de Monfragüe y principalmente el mes de octubre, lo que supuso que la Presa se fuera llenando con el propio cauce del rio y la suelta de agua desde la presa de Valdecañas.
El canal de trasvase de las presas, estaba aun sin terminar y las compuertas de la Presa del Tajo a la Central a través del Túnel, aun no se había colocado, para lo cual se autorizó poner unas ATEGUIAS para tapar los 16 mts de ancho x 14,5 de alto que tenía la salida.
Entre los trabajadores, según iban pasando los días y veían la subida que estaba alzando el pantano, se oía decir. “Han dicho que mañana abren las compuertas”, pero llegaba el día siguiente y las compuertas seguían cerradas.
Tanto es así, que dicen que llego a comentarse entre los trabajadores en pequeños corrillos: “Con la cantidad de agua que hay embalsada y no abren las compuertas. No tendremos algún susto”.
Pero “alguien” ordenó que la Presa del Tajo siguiera llenándose hasta que el agua embalsada saltara por los aliviaderos, para probar su resistencia. A ese alguien cincuenta años después no se le ha puesto nombre y apellidos.
Cuentan que el viernes veintidós de octubre de aquel 1.965, era una mañana clara con un poco de niebla, que enseguida levanto, entrando los rayos del sol hasta el mismo cauce con una claridad preciosa.
A las 9,20 horas, según la nota oficial de Hidroeléctrica sucedió lo que muchos de los trabajadores pensaban que pudiera llegar a suceder.
Se oyó un ruido muy grande y una nube de agua comenzó a salid por el lateral de la Presa, lo que conllevo a pensar que se había roto, hasta que pudieron ver que el agua salía del túnel, al lado de la presa, pero no era la presa.
La tragedia, según la opinión de muchos que la vivieron, produjo unos 70 fallecidos, aunque oficialmente se dio la cifra de 44 muertos con nombres y apellidos, 4 más sin identificar y otros 4 desaparecidos, ya que a estos nunca se les dio por muertos.
Sin embargo pasados unos años, un trabajador con mucho conocimiento porque fue uno de los que estuvo reconociendo la identidad de los cadáveres, conto a la prensa, que inicialmente llevaron setenta y cuatro atules, pero que luego tuvieron que llevar otros cuatro más.
La causa de la muerte, según el Certificado de Defunción que firmo el Médico Forense para todos ellos fue: “Asfixia por inversión”.
Nada más ocurrida la tragedia. Las sirenas empezaron a sonar, lo que significaba emergencia y por el poblado obrero, dieron la voz de alarma de que abandonaran sus casas y que se fueran a lo alto del monte.
Ya que temían que la riada producida por la rotura, se llevase las casas del poblado que estaban más cerca de la orilla del rio.
Los niños de las escuelas también fueron desalojados por los maestros y en su subida miraban para atrás, viendo cómo iba subiendo el cauce del rio y como las máquinas y los camiones se los llevaba la corriente como si fueran barquichuelas.
Por lo cual, las familias vivieron la tragedia del mismo modo y con la misma intensidad que sus familiares.
Cuentan los supervivientes que vivían en los poblados, que fueron horas muy duras. Los obreros que lograron salvar la vida, iban llegando hasta donde se encontraban sus mujeres e hijos.
Estas aguardaban impacientes la llegada del cabeza de familia, que en muchos de los casos no se produjo. Todo el día aguantaron allí en el monte sin comida ni bebida, incluso cuentan que estaban empapados y con mucho frio, debido al rocío que tenía la jara y que se fueron con lo puesto.
Llegado el atardecer los niños y las mujeres en vez de volver a sus casas fueron llevadas al “Poblado de Plantilla”, que estaba más alto y allí fueron acopladas con otras familias, pero muchas de ellas pasaron la noche en la puerta de la casa esperando a ver si llegaba su marido.
La victimas como casi siempre fueron los obreros, que en una cantidad de unos 400 estaban trabajando a pie de obra en el: Túnel, el aliviadero y en el cauce del rio.
De ellos, una cuadrilla de unos cincuenta, trabajaba en ese momento dentro del Túnel. Su labor era desencofrarlo, ya que se había acabado de construir unos días antes.
Y unos otros cincuenta trabajadores, se afanaban por limpiar el cauce por donde, una vez abrieran las compuertas, correría el agua.
El accidente, según se supo posteriormente, se produjo al ceder las “ATEGUIAS” que estaban tapando la SALIDA de la Presa del Tajo al Túnel y precipitarse la gran tromba de agua sobre el lecho seco del “Túnel del Trasvase” y el lecho seco del rio.
Si muchos de los trabajadores que faenaban en el cauce del rio se pudieron poner a salvo, no sucedió lo mismo con los 50 que trabajan en el túnel, que quedaron todos aprisionados y con escasas posibilidades de ser rescatados vivos.
Nada más ocurrida la catástrofe, los propios obreros iniciaron el rescate de sus compañeros, unos con sus propias manos y otros con la maquinaria que estaban utilizando en aquel momento, lo que conllevo que la tragedia no fuera aún más grave de lo que por sí ya fue.
Tan difícil era conocer el número de los posibles fallecidos o desaparecidos, que se llegó a la conclusión que la mejor forma de saberlo, era que al día siguiente, quien no se encontrara en su casa o en el puesto de trabajo, seria dado inicialmente por desaparecidos.
El rescate de los cadáveres cuentas los afectados, que fue de lo más épico y triste, produciéndose verdaderas escenas de histerismo, ya que es difícil de imaginar ver a un trabajador recogiendo el cuerpo sin vida de alguien que había sido su compañeros hasta unos minutos antes.
Desde el primer momento hombres-rana y equipos de salvamento de Hidroeléctrica, así como obreros de la propia obra, trabajaron duramente para conseguir rescatar a sus compañeros aprisionados en el Túnel, pero no tuvieron mucha suerte, ya que el primer día sólo se encontró el cadáver del peón Florentino Martín García. Y el último cadáver no fue encontrado hasta el 5 de julio del año siguiente, cuando habían trascurrido ocho meses.
Los métodos empleados para rescatar a los posibles supervivientes o a los muertos fue titánico, despreciando las más elementales medidas de seguridad. Y ejemplares muestras de compañerismo ofrecieron casi-todos los que trabajaban en la presa.
Hubo comportamientos muy ejemplares como el de José Malmierca, que, despreciando todos los riesgos que el hecho conllevaba, consiguió sacar la "Maquina Pluma" con que trabajaba del lecho del río y rescatar a varios compañeros, entre ellos a ocho que estaban aprisionados entre tablones, con el rudimentario sistema de atar un cesto de los empleado para el transporte de ladrillos al brazo de la grúa de 40 metros de largo.
Por su comportamiento tal ejemplar, ya que estuvo 36 horas trabajando sin bajarse de la Grúa salvando a decenas de compañeros o recogiendo sus cadaveres. Le fue concedida por el Jefe del Estado, Generalísimo Franco la Medalla del Mérito al Trabajo.
Cuenta uno de sus hijos que en casa nunca hablo del tema. Solamente una vez le dijo: “Que ojala nunca tuviera que pasar el trance que el paso aquel día”
Otro de los trabajadores pasado un tiempo conto, que ese día en vez de ir a trabajar al Túnel con su cuadrilla, le mandaron ir a limpiar el cauce, y que a la postre, fue su salvación.
Puesto que le dio tiempo a gatear montaña arriba y ponerse a salvo. Hecho que muchos no pudieron hacer y por lo que no corrieron la misma suerte, como le sucedió a un compañero que se agarró a su pierna, intentando subir detrás de él, pero fue arrastrado por la fuerza del agua, que salía desbocada río abajo.
Contaba su mujer que estuvo muchos días sin poder dormir, y que pasado un tiempo se despertaba gritando “Agárrate, agárrate no te sueltes”.
Un día después del accidente llegó a Torrejón el Director General de Trabajo del Gobierno, Jesús Posada, para comprobar de cerca el alcance de lo sucedido y ofrecer la colaboración del Ministerio de Trabajo.
Allí se encontraba también el Gobernador Civil de Cáceres y Jefe Provincial del Movimiento, Doctor Izarra, que había acudido al Salto el mismo día del accidente para seguir de cerca las labores de salvamento.
A ambos les acompañaba un numeroso sequito de Guardias Civiles, por si alguien tenía la osadía de manifestar algo fuera de lo normal sobre el accidente y la responsabilidad de la tragedia ante los medios de comunicación.
Al parecer, para evitar que pudiera llegar a suceder, se dio la orden que aquel día se quedaran todos en casa, por lo cual la obra estaba casi completamente vacía, a excepción de las Brigadas de Salvamento, que seguían buscado entre el lodo y los muchos tableros, posibles víctimas.
Para el reconocimiento de los cadáveres llamaban a los listeros, pagadores, capataces, etc. para ver si los reconocían. Alguno pasados unos día se negaron debido al estado en que se encontraba los cadáveres.
Si a la semana, los familiares de las víctimas, no reclamaban los cuerpos, eran enterados en el Cementerio de Toril, donde como después veremos hay enterados varias víctimas.
Además de las misas habidas en los diferentes pueblos, cuando se efectuaba el entierro de las víctimas. Siendo muy dolorosa la de Malpatida de Plasencia ya que enterraron a cinco vecinos a la vez.
El 4 de noviembre, fueron ofrecidos en la Catedral de Plasencia "unos solemnes funerales oficiales” por todas las víctimas.
Con aquel funeral, la parte espiritual de los fallecidos estaba resuelta y en gracia con Dios. Lo que no estaba resuelto era devolverle su dignidad como trabajadores, ya que no sabían porque habían fallecidos y su muerte se podía haber evitado.
E igualmente no estaba resuelto en la situación en que quedaban las familias, la mayoría con niños pequeños, al perder la fuerza de trabajo de la casa.
Pasados unos días, informaba la prensa regional, que a petición del Gobernador Civil de Cáceres, Docto Izarra (que no debía ser mala persona) se habían reunido en la capital, junto a él: el Delgado Provincial de Trabajo y el Director Administrativo de Hidroeléctrica Española, habiendo asumido la Empresa la indemnización de 20.000 ptas. por persona fallecida o desaparecida.
Y 7.000 pts. más por cada uno de los hijos que tuviera el fallecido o desaparecido, incluso aunque no hubieran nacido todavía como sucedía en algunos casos.
Lo que no recogía la Prensa en su noticia, es que el cobro de las mencionadas indemnizaciones paraban cualquier posible reclamación que pudieran presentar posteriormente los familiares.
Las escasas noticias iniciales sobre la tragedia, fueron llegando a Cáceres con cuentagotas, pero enseguida provocaron una honda conmoción entre los vecinos de la capital, y en pueblos como: Torrejón, Trujillo, Jaraicejo, Monroy, Malpartida de Plasencia, y un largo etc., de donde procedían la mayoría de los obreros que trabajaban en el Salto.
Ya por la tarde, el periódico "Diario Extremadura" informaba en su portada: “A primeras horas del día de hoy circularon rumores por nuestra capital, de que se había producido un grave accidente en la Presa de Torrejón el Rubio situada en la confluencias de los ríos Tajo y Tiétar” y en su interior decía: "Que el accidente había sido provocado al ceder una rejilla de la presa, produciéndose la consiguiente corriente de agua", y daba cuenta de que hasta el momento se había producido un muerto y varios heridos.
Así mismo informaba, que un padre había fallecido de un Infarto al conocer la noticia del Accidente, ya que tenía dos hijos trabajando en el Salto. Y aunque se le traslado urgentemente a Plasencia, falleció en el camino.
El lunes 25, el mismo periódico titulaba a cinco columnas: "En la presa de Torrejón continúan a ritmo acelerado los trabajos de rescate" y subtitulaba: "Han sido recuperados siete cadáveres".
Así mismo en la crónica se habla de los primeros rescates, del día de luto declarado en la fecha anterior en Torrejón y de los trabajos en el túnel siniestrado.
Por su parte el diario “HOY” de Badajoz, recogía en su primera página como titular: “Un muerto y varios heridos en el accidente de la Presa de Torrejón” y como subtitular: “El agua se precipito por el túnel del trasvase haciendo crecer varios metros el nivel del agua. Pero el muro de la presa no corre peligro”.
Y el periódico de tirada nacional “ABC” llevaba también la noticia a su cabecera y el día 26 decía que: “Se habían recogido los cadáveres de ocho víctimas de la catástrofe del pantano de Torrejón el Rubio”.
Así como, que el número de desaparecidos ascendía a treinta y ocho, y aunque algunos de estos podrían ser localizados con vida en distintos puntos, se temía que otros muchos, sobre todo los que trabajaban en el canal, hubieran perecido ahogados
Después de informar de los nombres y apellidos de los cadáveres aparecidos hasta la fecha, informaba también de su situación familiar, número de hijos, edad de estos, etc.
Era la parte morbosa que toda tragedia humana tiene y también para que el resto de las familias españolas se apiadara y conmovieran de las pobres familias extremeñas.
Manifestaba el diario monárquico, que en cuanto a los desaparecidos no podía determinarse aun su suerte, ya que muchos de los obreros sorprendidos por el siniestro incluso se habían encontrado a 80 kilómetros de la presa.
Pero que muchos de los 400 obreros que trabajaban cerca del lugar del accidente en el momento de la tragedia pudieron ponerse a salvo. Se temía no obstante, que los que en aquel momento trabajaban en el túnel hubieran sido arrastrados por el agua y se encuentren allí sus cadáveres entre el barro o se los hubiera llevado la corriente, lo que conllevaría varios días encontrarlos, ya que las condiciones meteorológicas estaba dificultando el rescate.
Por otro lado, también informaba que el Juzgado de Instrucción de Navalmoral de la Mata, asesorado por dos Ingeniero de Caminos del Ministerio de Obras Publicas y de la Comisaria de Aguas del Tajo, trataban de determinar las causas del siniestro.
Una semana después de ocurrido el accidente, el diario “HOY” informaba: “Van treinta y seis cadáveres rescatado en Torrejón”, así como que las primeras Autoridades Provinciales presidian los sepelios de los fallecidos.
Aunque la noticia iba en primera página, ocupaba menos espacio que la referida a que: “El Jefe de Estado había recibido las credenciales de los embajadores de Túnez y Bolivia”. O la que se hacía eco de la homilía de Pablo VI en la Basílica de San Pedro.
El impacto que tuvo el accidente en el ánimo de los pueblos de la zona, especialmente en aquellos de donde procedían los trabajadores fallecidos, fue muy importante.
"En todos estos pueblos, los vecindarios de los respectivos municipios se sumaron a tan piadosos actos (los sepelios), registrándose escenas de la más profunda emoción" recogían los medios de comunicación.
La presencia de las autoridades políticas provinciales en los actos religiosos fue numerosa. "Los familiares de las víctimas fueron visitadas por el Gobernador Civil o sus representantes, interesándose por sus circunstancias y problemas". Recogía uno de los periódicos regionales.
El día 24 el diario la “Vanguardia” decía: “Se eleva a 46 el número de fallecidos y desaparecidos en el salto de Torrejón” manifestando: “Los trabajos de la presa llevaban un ritmo intenso, trabajando hasta los domingos con el fin de terminarla ante del tiempo previsto”.
Por su parte el “Diario ARRIBAS” órgano de expresión de Falange Española, daba siempre la noticia haciendo referencia a la gran obra de ingeniería que suponía la construcción del Salto de Torrejón y al espíritu de sufrimiento de los extremeños.
El día siguiente de la tragedia llevaba el mencionado diario : “Gran accidente en el Salto de Torrejón el Rubio, en la provincia de Cáceres” y subtitulaba: “Una tromba de agua cayó sobre un gran número de obreros al ceder una compuerta”.
Y al otro día la noticia que aparecía era: Treinta desaparecidos en el siniestro de la Presa de Torrejón”. Y resaltaba que se habían tenido que evacuar 100 millones de metros cúbicos de agua embalsada.
Todos los artículos de todos los medios, lógicamente mencionaban el número de muertos, pero sobre todos los de tirada nacional hacían referencia a la gran Obra de Ingeniería que era dicho Pantano, y también algunos hacían mención especial al espíritu de sacrificio y valentía de la Raza Extremeña: “Capaces de llevar a cabo actos heroicos en el pasado y en el presente como se estaba viendo estos días en Torrejón”
Por otro lado, el mismo día de la Tragedia comenzó oficialmente la Investigación Judicial, haciéndose cargo de la misma el Juzgado de Instrucción de Navalmoral de la Mata.
El sumario una vez instruido, paso luego al Juzgado Nº 1 también de Navalmoral, permaneciendo cuatro años en el mismo.
El Sumario además de contener varias fotos del mismo día de la tragedia, contiene el Informe sobre las muestras mandadas tomar por el Juez y enviadas al “Laboratorio Central de Ensayo de Materiales de Construcción” de Madrid.
Aunque el Juzgado de Navalmoral seguía investigando, los trabajadores ya sabían quién fue el responsable de la tragedia, pero el miedo a perder el trabajo en la construcción de las presas que se estaban construyendo en la Región, que como se ha expuesto anteriormente estaba bien pagado, comparado con lo que se ganaba en Extremadura. Le obligaba forzosamente a guardar silencio.
En un informe que realizo “La Comisaria de Aguas del Tajo”, antes del accidente para poderle autoriza la cota máxima de embalse. Se dice que tanto las compuertas del aliviadero de la presa, como las ATEGUIAS están en perfecto estado por lo que se le autoriza aumentar la cuota hasta el máximo permitido.
El día del accidente, según el informe del Juez, la cota alcanzaba los 241,67 metros a solo 0,83 metros del máximo permitido en condiciones normales una vez se hubiere terminado totalmente, con todos la compuertas colocadas.
En 1.967 los peritos que investigaron el accidente realizaron su Informe Tecnico en el que exponían: “La seguridad de las “ATEGUIAS” era insuficiente para soportar la carga de agua prevista. Esta falta de seguridad estaba latente en la debilidad de unos de los montantes que se unía a la cabeza de la viga resistente. Unión realizada a través de una pletina que se deformo por los esfuerzos de la presión del agua, siendo dicha debilidad la causa del fallo de la ATEGUIA”.
Por otro lado, años después se encontró en una de las carpetas existente en el “Archivo del Agua de España”, un Informe elaborado por la Comisaria de Aguas del Tajo sobre la Presa de Torrejón, donde hay varias fotos del mismo día de la catástrofe, y donde se puede ver que efectivamente la parte lisa de las “ATEGUIAS” estaban hacia el interior del túnel. Cuando muchos expertos consideran que es mejor que la parte recta fuera la que hubiera estado en contacto con el agua.
Por lo que cabe preguntase:
¿Estaban las ATEGUIAS, montadas al rever?
¿Quién dio la orden de que se montaran así?
¿Por qué los inspectores, no lo detestaron?
Cuatro años después de la tragedia el Juzgado de Navalmoral envió el Sumario a la “Audiencia Territorial de Cáceres” y el 23 de febrero de 1.970 dicha Audiencia sobresello el caso, “ya que no aparecía justificada la comisión de ningún delito por parte de los Ingenieros”.
Por lo tanto no había culpables y ninguno de los familiares de los fallecidos y desaparecidos había realizado denuncia alguna. Aunque como se ha expuesto anteriormente, en el documento que firmaron para poder cobrar las indemnizaciones, había una cláusula que se lo prohibía.
La gran tragedia, también afloró otras pequeñas tragedias familiares y humanas que se han ido conociendo a lo largo del tiempo y según han ido pasando los años.
Así el “DIARIO HOY” el 15 de Junio de 2007, informaba en sus páginas:
“Hallan después de 42 años la tumba de un hombre fallecido en la presa de Torrejón”
Las hijas de Agustín Oliva, vecino de Arroyo de la Luz, encuentran la lápida de su padre en el cementerio de Toril junto a las de otras seis víctimas del accidente ocurrido en 1965.
Cuarenta y dos años después, las hermanas María Victoria y Felisa Oliva están a punto de poner fin a la trágica historia que terminó con la vida de su padre el 22 de octubre de 1965.
Agustín Oliva, falleció en el accidente de la presa de Torrejón el Rubio. Tragedia en la que murieron decenas de trabajadores procedentes de distintos puntos de la provincia de Cáceres y del resto del país. A la fecha de hoy -se desconoce el dato exacto de personas fallecidas-. Pero cuatro eran de Arroyo de la Luz. Entre ellos estaba Agustín Oliva, que era encofrador.
Tres de los cuatro cuerpos de los trabajadores arróyanos fueron identificados por sus familias y recibieron sepultura. Pero el de Agustín Oliva no aparecido hasta ahora.
María Victoria y Felisa han encontrado en Toril, localidad situada a 25 kilómetros de Navalmoral de la Mata, una tumba con el nombre de su padre y la fecha de defunción: 22 de octubre de 1965. Esta fecha también aparece en otras seis lápidas situadas junto a la de Agustín Oliva, con nombres y apellidos. Circunstancia que hace pensar a las hermanas Oliva Aparicio que tras ellas puede haber otras seis familias en su misma situación.
Una carta escondida en una caja durante cuatro décadas. Ha sido la clave que ha permitido a las hermanas Oliva Aparicio dar con el paradero de la tumba que, presuntamente, contiene los restos de su padre.
La misiva, fechada en Arroyo de la Luz el 16 de diciembre de 1965, está dirigida a la viuda de Agustín Oliva y se hace eco de una información remitida desde el juez de primera instancia e instrucción de Navalmoral de la Mata a la alcaldía de Arroyo de la Luz.
«En tanto no sea identificado debidamente el cadáver inhumado con el número 3 en el cementerio de Toril, no es posible proceder a su traslado. En el mismo cementerio existen otros tres cadáveres más que no han sido identificados, desconociéndose por tanto a quienes correspondan. Para ello sería muy conveniente que algún familiar se desplazara a este Juzgado donde se la darían toda la clase de facilidades y datos para ver si se podía conseguir la identificación», se expone en la carta enviada a la familia de Agustín Oliva.
El mensaje era claro. El juez de Navalmoral solicitaba, dos meses después del accidente, a los familiares de Agustín Oliva que se desplacen hasta Toril para identificar los restos.
¿Por qué no lo hicieron en aquel momento? María Victoria Oliva ponía ayer respuesta a esta pregunta. «La carta fue a parar a mi tía, que no sabía leer. La guardó en una caja, que encontramos hace algo más de un mes haciendo limpieza. Cuando la vimos, no podíamos creer lo que teníamos en las manos», relata.
Las dos hermanas emprendieron entonces una labor de investigación que aún no ha concluido.
Lo primero que hicieron fue viajar hasta Toril, donde hallaron la tumba con el nombre de su padre y la fecha de defunción.
El segundo paso fue dirigirse al alcalde de Arroyo de la Luz, para que les ayudara con los trámites para exhumar los restos del cuerpo, hacer las pruebas de ADN y trasladarlos al cementerio de Arroyo de la Luz.
Y el tercer paso lo dieron ayer. «Queríamos dar a conocer este hallazgo y que se supiera que en Toril hay otras seis tumbas con víctimas del accidente. Puede haber otras seis familias como nosotras.
Pendientes de lograr los permisos de Sanidad necesarios para saber si el nombre de la lápida se corresponde con los restos que guardan la tumba, las hermanas Oliva Aparicio confían en haber hallado el último eslabón de la trágica historia.
Agustín Oliva Sanguino dejó al morir viuda y cuatro hijos de 3, 8, 10 y 15 años, entre los que se encontraban Victoria y Felisa. La fatídica noticia provocó en su esposa una demencia que arrastró hasta su muerte, a los 58 años.
Igualmente en octubre de 2013, el programa de Canal Extremadura Televisión "El lince con botas" emitió en la citada cadena un magnífico reportaje titulado "La tragedia del Salto de Torrejón", con entrevistas a algunos de los protagonistas de la época.
"Fue una obra rentable y un drama colosal, del que nunca se supo", decía Rosa Escobar ante la cámara, recordando que los medios informativos se referían más a la obra que a la tragedia y olvidándose de los responsables de lo que allí pasó, y cómo sin embargo aludían a la raza extremeña y a su capacidad de sufrimiento.
Paquita Marcos, que entonces era pequeña, recordaba cómo en febrero del 66 se produjo una evacuación de las mujeres y los niños del poblado por otra Alarma, mientras los obreros continuaban trabajando en las presas, lo que consideró "una humillación".
Antonio Marcos, antiguo habitante de Torrejón, relataba que "más que ahogados, muchos obreros murieron por traumatismo".
Él se atrevía a dar la cifra de 60 muertos y señalaba que hasta nueve meses después, continuaron apareciendo cuerpos. "Fue una negligencia como un camión. Se quiso hacer el trabajo en menos tiempo posible”
Por último, el pasado trece de marzo la Agencia EFE, informaba desde Malpartida de Plasencia.
Extremadura hace justicia, con los fallecidos del Salto de Torrejón
Extremadura ha hecho hoy justicia, o al menos lo ha intentado, con las víctimas del accidente laboral ocurrido en 1.965 en las obras de construcción de las Presas de Torrejón el Rubio (Cáceres), en el que oficialmente “hubo 54 víctimas mortales, aunque se estima que fueron más de 100 los fallecidos o desaparecidos”.
En el año que se cumple el cincuenta aniversario de la mayor tragedia ocurrida en la Región, la localidad cacereña de Malpartida de Plasencia ha querido saldar cuentas con su historia y ha instalado un monolito y una estatua, obra del escultor placentino Jesús de la Luz Ceballos, para recordar a las víctimas.
Al acto, además de representantes políticos, han acudido numerosos familiares de las víctimas, como Manuel, que tenía doce años cuando falleció su padre, José Pérez López, natural de Jaén, que se había incorporado a la obra en junio de ese año.
Su padre se encontraba, aquel fatídico día, a unos cien metros de la compuerta que cedió, por lo que el primer golpe de agua se lo llevó por delante sin salvación posible.
"Yo estaba en la escuela del poblado y cuando escuchamos la sirena, el maestro nos dijo que teníamos que ir a la colina, y allí estuvimos diez horas esperando noticias, siempre con la esperanza de ver a parecer a nuestro padre”.
Manuel asegura no tener ningún reproche hacia la empresa constructora, ya que, a su juicio se portó "bien" con los hijos de los afectados.
"A nosotros nos ayudó bastante y a pesar de la tragedia, salimos adelante", ha indicado Manuel, que vive en Madrid, pero que cada año visita en el Cementerio de Toril (Cáceres) a los que se supone son los restos de su padre, "porque nunca podremos estar seguros de si realmente es él".
Algo parecido le ocurre a Claudia, hija de Ricardo Moreno Bejarano, que falleció a los 30 años.
"Siempre nos preguntamos si la persona que está enterrada en Aliseda es realmente mi padre, ya que su cadáver tardó siete días en aparecer y, aunque mi abuelo reconoció el reloj que llevaba, a mi madre le entregaron un féretro completamente precintado".
Claudia ha agradecido el homenaje, pero es de la que piensa que así se hace justicia "a medias".
"No se hará justicia con mi padre y con el resto de víctimas hasta el día que alguien diga que el accidente del Salto de Torrejón se produjo por una negligencia que se pudo evitar. Ese día, si ocurre, todos los familiares tendremos paz y tranquilidad de verdad"
La tragedia del Salto de Torrejón donde casi un centenar de trabajadores dejaron su vida.
Fue una tragedia condenada a un olvido extraño, injusto e interesado, sobre la que cayó un silencio despiadado propiciado por el Régimen Franquista.
Una historia que dejó a sus espaldas una obra rentable para una de las grandes Compañías Eléctricas de nuestro País. Nada para Extremadura y un colosal drama social y humano para las familias de las víctimas, y para los centenares de obreros que aquel fatídico día estaban trabajando en el Salto.
Un drama del que nunca más se supo, porque los Gobernantes de la Época ocultaron lo que realmente sucedió y de quien fue la responsabilidad de que la colocación de la TENGUIA estuviera puesta al revés según muchos expertos, así como que el embalse se llenara casi a su capacidad total, cuando todavía no estaba totalmente acabado.
Pero diez años después de la tragedia, y la llegada de la democracia, tampoco conllevo que por parte de los nuevos responsables políticos, se estudiara con profundidad e independencia lo que el día 22 de octubre de 1.965 sucedió en el Salto de Torrejón.
Ni tan siquiera la Junta de Extremadura como máxima expresión y representación del Pueblo Extremeño, tampoco nunca ha creado en la Asamblea una Comisión que investigara e informara a los ciudadanos extremeños de los hechos ocurridos, para que se les hiciera cuando menos un “Homenaje Póstumo” a los trabajadores que allí fallecieron.
Una investigación que tampoco han efectuados ni la Universidad de Extremadura, ni los muchos historiadores que se dedican a estudiar la historia de nuestra Región en el más amplio sentido de la palabra.
Incluso ni nuestro querido Víctor Chamorro en su gran “Historia de Extremadura” que fue para muchos de nosotros, la “Fuente del Conocimiento” de la historia de Extremadura, cuenta lo ocurrido en Torrejón
Pero es más grave aún, que la “Gran Enciclopedia de Extremadura” que es a todas luces el mayor compendio del conocimiento de la historia de la Región, hasta su publicación, habla muy poco de la tragedia, despachando el tema con tan solo cuatro líneas.
Las obras finalizaron totalmente a los 5 meses de la tragedia, entrando en funcionamiento en 1.967.
Pero el “Salto de Torrejón el Rubio” jamás fue oficialmente inaugurado por las autoridades.
Y el Generalísimo Franco, con lo mucho que le gustaba salid en el NODO inaugurando un Pantano, no fue, a pesar de tenerlo inicialmente previsto antes de la tragedia, no dándose ningún tipo de explicaciones porque no se Inauguraba Oficialmente.
Sin embargo cuatro años después asistiría solemnemente a la Inauguración del Pantano de Alcántara. Noticia que dio el “NODO” en la manifestaba que la “Presa de Alcántara” que se acababa de inaugurar, era una Obra Faraónica con una cola de 110 kilómetros de agua embalsada, que lo convertían en el mayor Pantano no solamente de España; sino de Europa Occidental
Sin embargo sobre el “Salto de Torrejón”, cayo el olvido más sistemático, hasta el punto que lo que allí sucedió se convirtió en algo desconocido por el Pueblo Extremeño, algo que había que ocultar, algo proscrito cuyo nombre incluso no convenía recordad.
¿Por qué?.
Cincuenta años después, SIRVA este pequeño articulo, como “Homenaje Postumo” a los 54, 60, 70 o quizás quien sabe si 100 los trabajadores que el día 22 de octubre de 1.965 murieron en el “Salto de Torrejón el Rubio”.
ANTONIO ELVIRO ARROYO